Este "santuario" recibe "exclusivamente a perros en situaciones extremas, con cáncer, sin patas, ciegos, sordos, totalmente quemados, torturados, paralíticos, violados, drogados, etcétera", explicó Paty hoy a Efe.
"La gente que nos ayuda también es gente especial, con síndrome de Down, parálisis cerebral, personas de la tercera edad, niños autistas, niños con cáncer y niños de la calle", agregó.
Esta forma de convivencia supone una terapia tanto para el cuidador como para el animal, ya que ambos resultan beneficiados, como demuestra Yoshi, un joven de 21 años con Síndrome de Down que es el "gerente de juegos y caricias" del refugio.
En sus 15.000 metros cuadrados de terreno dedicados exclusivamente a los perros no hay jaulas ni correas, sino que los canes están sueltos en espacios muy amplios divididos por áreas.
En el país hay aproximadamente un perro por cada seis habitantes, es decir, entre quince y veinte millones de canes, de los cuales en el Distrito Federal hay unos cinco millones, según Pedro Cano, catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
De éstos últimos, más de tres millones son callejeros, un millón tienen dueño irresponsable, esto es, los tienen en la calle, y tan sólo un millón tiene un dueño que los cuida adecuadamente, añadió.
En los centros antirrábicos de Ciudad de México se sacrifican mensualmente a 120.000 animales, destacó Cano, y no se tienen datos de cuántos son atropellados, pero se calculan que son centenares.
En "Milagros Caninos" (www.milagroscaninos.org) ahora mismo hay 96 perros que reciben cariño y tratamientos médicos en caso de necesitarlos, y otros dieciséis se encuentran en observación para ver si son candidatos a entrar al refugio.
Los costos para alimentar y mantener a estos animales ascienden a casi 12.000 dólares mensuales (unos 7.500 euros), de los que el 10 por ciento vienen de donaciones y de apadrinamientos de los perros.
En el refugio hay casos escalofriantes, como "Can", un collie que pasó diecisiete años encerrado en un baño, lo que le ocasionó un grave problema artrítico, o "Lechuguita", una perrita de poco más de dos kilos que fue violada por humanos, y que encontraron en una alcantarilla con nueve fracturas.
"Alfalfa" es otro ejemplo, con tan sólo tres patas y que fue abandonado en una carretera, o "Alpiste", al que le arrancaron un ojo y tenía un tumor de 5,5 kilos en el costado.
A "Bobi" lo encontraron con las orejas clavadas a un poste y desnutrido, "Bolillo" es un cocker que fue golpeado brutalmente, sus patas traseras perdieron toda movilidad y quedaron sin músculo y a "Pastel" le metieron la cara en ácido, dejándolo sin nariz, sin labio superior y sin dientes.
"Peluso", con insuficiencia renal, moquillo, sordo, cojo, problemas en el hígado y en la piel, se convertirá en el representante de todos estos animales al ser el modelo del monumento al perro callejero en la ciudad de México.
La estatua de bronce mide 1,3 metros de largo y será inaugurada este domingo en la avenida Insurgentes Sur.
Todos estos animales, tras meses de "terapia de caricias", cuidados y atención médica, son ahora perros juguetones que han vuelto a confiar en los humanos.
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