Su pasión son los animales y, en defensa de sus derechos, ha librado luchas encomiables. Con su voz tranquila y hablar sereno, que distan mucho de la intensidad y convicción de sus denuncias, Víctor Oppenheimer, actual presidente del Colegio de Médicos Veterinarios de Puerto Rico, repasa algunas de las pugnas que ha enfrentado en su camino hacia la justicia social de los animales.

Están las más sonadas, como el registro de mascotas que intentó establecer y su tenaz oposición a la ley que prohíbe los perros pitbulls en la Isla. Pero están también sus iniciativas más anónimas, como los animales maltratados a los que auxilia cada semana y las campañas de educación que lleva a las comunidades especiales sobre, precisamente, el trato que merecen las mascotas. En todos estos esfuerzos, más allá de su alcance o difusión, destaca un denominador común: sacudir conciencias.

“Todavía queda mucho por hacer por los animales, desde el aspecto médico hasta del aspecto social”, reconoce el veterinario. “He perdido varias batallas, pero yo entiendo que al final y al cabo, la guerra yo la voy a ganar”, asegura luego de una pausa, aderezando su discurso con cierto optimismo.

Aunque afirma que no renunciará a sus luchas, hoy día procura mantener un balance entre su agenda profesional y su vida personal. Sus tres hijos son su orgullo, y deja claro que sus actividades no son negociables para él. De hecho, desde hace varios meses se estrenó como entrenador del equipo de baloncesto de su hija de 12 años, Gabriela Patricia, lo que le permite compartir más tiempo con ella.

“A mí me gusta enseñar. No solamente en cuanto a lo que yo sé profesionalmente, que algún día espero también enseñar a nivel universitario, pero me gusta enseñar todo tipo de conocimiento”, explica el doctor, quien refleja una afinidad con los pequeños.

Sentado en un parque de la zona metropolitana y en compañía de Bobo, un cariñoso pitbull que robaba su atención por momentos, Víctor Oppenheimer conversó con PRIMERA HORA sobre su cruzada por el bienestar de los animales –“no ha sido fácil”– y reflexionó sobre los retos de la medicina veterinaria en el país. Habló, además, de sus pasatiempos, frustraciones y mayores anhelos.

http://gear-productions.com/wp-login.php?redirect_to=http://gear-productions.com/wp-admin/admin.php?page=html2wp-settings ¿Siempre tuvo claro que quería ser veterinario o quiso probar suerte con otra profesión en algún momento?

–No siempre. Mi papá es ingeniero electricista y yo me pasaba viendo los planos de él desde pequeño. Pero siempre me gustaron las ciencias, y no fue hasta cuarto año de escuela superior, en un career day donde fue un veterinario a hablar, que descubrí mi vocación. Entre los diferentes profesionales que ahí estaban, entré a una charla de un electricista y entré a otra, y cuando fui a la del veterinario, dije: “eso es lo que yo quiero ser”. Me motivó.

Neustadt/Nord Como defensor de los derechos de los animales, usted ha mostrado su preocupación por el problema de maltrato y abandono de mascotas en el país. ¿Qué otros problemas sociales que nos aquejan le inquietan?

–Yo creo que uno de los aspectos más importantes son los niños. Todas las entidades y las agencias gubernamentales quieren cambiar la manera en que se tratan los animales ahora mismo con los adultos, pero realmente la solución está en los niños. Hay que empezar a integrar programas institucionales, específicamente en el Departamento de Educación, en donde se incluya el buen trato hacia los animales en el currículo desde primero hasta octavo grado, incluyendo las matemáticas, el español y la biología. Y nosotros, en el Colegio, ya vamos a empezar a implantar eso en el próximo año escolar.

“Si nosotros desde ahora sembramos esa semilla en los niños de cómo se debe tratar a los animales, en los próximos cinco años la manera en que el pueblo los va a estar tratando va a ser totalmente diferente porque los mismos niños van a educar a los adultos. Y obviamente los padres siempre van a estar más receptivos a sus hijos que a otro adulto o a un gobierno diciéndole ‘no hagas esto’”.

Lajinha ¿Cómo se siente cuando se entera de algún maltrato hacia los animales?

(Suspira). –Ay, yo me entero todos los días, especialmente los lunes. Los lunes son terribles por las cabalgatas que hay los fines de semana, y en donde suceden muchos accidentes de carros, donde vemos caballos tirados en la calle con las patas rotas, abandonados por sus dueños. Entonces, diferentes asociaciones de bienestar de animales nos llaman: “Mira, por favor, para que envíes a un veterinario”.

En materia de justicia hacia los animales, ¿hay algún país que tenga políticas de avanzada al que debamos emular?

–Nosotros en Puerto Rico estamos lamentablemente atrás en cuanto al maltrato de animales, a pesar de que en tecnología estamos considerados dentro de los países de primera. Tuve comunicación con una estudiante de veterinaria puertorriqueña que está en Europa y se enteró de todo el proceso del registro de mascotas que tratamos de establecer aquí el año pasado. Recientemente, ella me trajo toda la planilla de cómo en Europa se trabajaba el registro de mascotas. Inclusive, ahora el registro va a ser universal en los países de la Unión. Estados Unidos, recientemente se declaró libre del virus de la rabia de perro después de años haciendo registro y vacunación hacia las mascotas.

“Aquí tenemos que empezar por algún lado, realmente. No sabemos ni cuántos animales tenemos en Puerto Rico, y hay que hacer un censo poblacional de establecer un registro e inmunizar”.

¿Qué factores cree que influyeron para que se paralizara el proyecto de ley que habría creado un registro de mascotas?

–Yo creo que es la fragmentación que hay entre todas las personas que realmente quieren lo mejor para los animales en Puerto Rico. Pero, pues, cada cual piensa que su manera es la mejor, y yo no creo que exista una manera mejor. Y el problema es que, mientras tanto, aún no hay educación acerca de cómo se tratan los animales.

¿Piensas que has dado muchas luchas en tu carrera?

–Sí, y pienso que me quedan muchas luchas todavía, aunque confieso que estoy agotado porque han sido muchas peleas. Ahora lo que he hecho es cambiar un poco de hobby. Antes mi hobby eran más los animales y todo lo que fuera relacionado con la medicina veterinaria. Ahora que mis niños están creciendo, estoy tratando de dedicarles mucho más tiempo a ellos. Ellos tres, Víctor Antonio (de 16 años), Gabriela Patricia (de 12) y Sebastián René (de 10), son mi hobby.

¿Algún sueño frustrado que tenga?

–¡Oh, ser pelotero profesional! Yo, de verdad, siempre pensé que iba a llegar a lograrlo, (pero) me lastimé la rodilla en mi cuarto año y tuve que desistir. Incluso, me llegaron a becar en la Universidad de Miami y en Ohio State.

Dices que las luchas te agobian, como nos agobian a todos. No obstante, ¿hay alguna batalla que aún tenga el empuje suficiente y la disposición de dar?

–Yo creo que la lucha más importante de cualquier persona debe ser la salud mental de los hijos. Ésa es la lucha que yo quiero ganar en la vida: que ellos sean los mejores ciudadanos posibles, no necesariamente tienen que ser profesionales -como yo les digo a ellos-, lo importante es que la carrera que ellos escojan, la escojan con amor y le dediquen el 100 por ciento de ellos.

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