Informarse antes de decidir

trav rencontre creil El ingreso de un cachorro a casa implica cambios seguros en el ritmo de vida de la familia

http://mairie-sornay.fr/wp-json/wp/v2/media/765 El clima templado lo modifica todo. Basta ver lo que pasa con las plantas, la ropa y hasta el color de la piel de la gente. Los animales, al parecer, también sienten el cambio y los criadores de perros dejan que sus canes disfruten a lo loco. Pero cuidado, esto también ocurre con los vulgaris pichichus que vagabundean por doquier.

rencontres serieuses villejuif Resultado: cacho{mosimage}{mosimage}rros por todas partes. Además, la proximidad de las vacaciones provoca en los chiquitines de la casa el incontenible deseo de tener como compañero de juegos un tierno perrito (¡menos mal que en sus aspiraciones no figura un pony!) con el que compartir las horas doradas del ocio. Los pequeños, en su inocencia pedigüeña, ignoran los alcances de su deseo.

En consecuencia, esta nota va dirigida a los padres. ¿Saben ustedes en el lío en que se meten si acceden al candoroso reclamo de los benjamines de la casa? Un cachorrito de 45 días (la edad mínima en la que hay que comprarlos) es una bolita tierna, desamparada, cubierta de un pelaje hermoso y suave, cuya adopción implica sobrellevar no pocas incomodidades.

Antes de que entre en la casa para quedarse para siempre, hay que tener en cuenta que, por su edad, está sujeto al peligro de algunas enfermedades mortales que no viene al caso describir. Por otra parte, muchas de esas pestes generalmente se están incubando cuando se hace la compra, y aquí va otra pregunta: ¿quién le {mosimage}garantiza al comprador, que además deberá sufrir el desconsuelo de sus hijos, que volverá a obtener un perrito de iguales características o, en su defecto, que le será reintegrado el dinero que pagó? Supongamos que esta etapa fue superada con éxito porque la mascota había sido convenientemente vacunada: llega el momento de los cuidados cotidianos.

Ante todo, y habida cuenta de que también es un bebe, debe comer varias veces por día y no cualquier cosa, sino lo que indique el veterinario. Estos animalitos, de digestión rápida e incontinencia ligera, van a hacer sus deposiciones muy seguido y en cualquier lugar. Extrañará a su familia perruna, por lo que será normal que llore durante las noches y vomite, de tanto en tanto, debido al stress del cambio. A medida que vaya creciendo, cosa que ocurre a ojos vista, todo su organismo se irá desarrollando.

Como debe cambiar sus dientes de leche por los definitivos, seguramente roerá alguna silla, los zapatos nuevos de sus dueños o alguna suculenta e irreemplazable alfombra persa que, según dicen, tiene un gusto exquisito. Como su cuerpo crece a la par de su curiosidad, porcelanas, cristales y otros adornos corren serios riesgos. Algo similar ocurrirá con los cables que conectan las lámparas de pie con su fuente de energía, sólo que en este caso el riesgo es para el perrito. Ni qué decir de aquellos que eligen una raza de gran tamaño para compartir su departamento. Las patas les crecen con velocidad y prácticamente todo queda a su alcance. Con el crecimiento del perro los paseos serán más prolongados, en invierno o en verano, con lluvia, frío o calor, y con esa humedad penetrante que tanto nos incomoda.

A todo esto hay que agregar el cepillado cotidiano, los baños periódicos, las visitas al veterinario y saber que en el futuro no habrá más veraneo en hoteles, ya que el amigo de sus hijos no es aceptado en tales lugares. Si todo lo dicho no ha quebrantado su espíritu y persiste en tener un perro, no se prive, ya que las contrariedades descriptas tienen como contraprestación enormes dosis de amor y lealtad. Por Eduardo Tarnassi

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