Este es un lugar muy singular ya que aunque usted no lo crea es una isla habitada por más gatos que personas, ubicado frente a la Península japonesa de Oshika y a pesar de que siempre ha llamado mucho la atención a los habitantes de la mitad occidental del planeta la fascinación ejercida por los gatos sobre la sociedad japonesa es sorprendente descubrir la existencia de una isla dedicada por completo a rendir culto a estos independientes animales.
El lugar consiste en un pedacito de tierra en medio de la inmensidad del Océano Pacífico que permanecería en el más absoluto de los olvidos para la opinión pública occidental de no ser por el mencionado hecho tan inusual y llamativo.

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Tal parece que todo comenzó en la década de 1850 cuando la principal actividad económica de Tashirojima era la cría de los gusanos de seda. La presencia de estas orugas conllevó el aumento de la población de ratones en la isla, ya que les gusta alimentarse de este tipo de gusanos. Por lo que para tratar de controlar la plaga de roedores y evitar que propagaran enfermedades, los residentes comenzaron a llevar gatos al lugar para acabarlos.
Cuando en la isla empezó a florecer otro negocio, el de la pesca, los gatos encontraron su hábitat natural entre los pescadores y estos aprendieron a predecir, en base al comportamiento de los felinos, cosas tan importantes para ellos como el tiempo o los patrones de movimiento de los bancos de peces.
En la actualidad, y a pesar de que la pesca continúa siendo uno de los sustentos en la isla, los habitantes peludos son bien cuidados por los pescadores locales, que esperan asegurar una buena pesca al dejar ofrendas en un altar para gatos.

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Allí viven miles de estos animales de todos los tamaños y colores que usted se pueda imaginar, los cuales son tratados como auténticos dioses por el apenas centenar de personas que habitan la isla y que creen firmemente que darles de comer les trae buena suerte, salud y riqueza.
Como se sabe, las creencias tradicionales niponas consideran a los felinos como animales que atraen la buena suerte, ya que desde hace décadas existe la creencia entre sus habitantes que estos son portadores de la salud y la buena fortuna, de manera que no sólo los alimentan, sino que además velan por su comodidad y, por ejemplo, vigilan que ningún turista o pescador que se aproxime a sus costas traiga un perro consigo.

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Cuenta la historia que un día mientras los pescadores preparaban sus redes, una piedra desprendida cayó sobre una gata matándola; los pescadores, entristecidos por la pérdida, recogieron el animal, lo enterraron y consagraron un lugar único y especial en la isla, un pequeño santuario cuya fachada tiene un diseño que recuerda, cómo no, la figura de un gato, en el centro local, conocido como Neko jinja y dedicado a los felinos, donde las apenas 100 personas que residen de manera permanente en la isla llegan a honrar a estos animales.
El futuro de los pobladores gatunos del lugar parece asegurado, pero no así el de los humanos, puesto que según las estimaciones del gobierno japonés, el 83% de sus habitantes supera los 65 años y sólo uno tiene menos de 45.
Una realidad que ha llevado a las autoridades a designarla como Genkai shūraku, o isla que se encuentra en peligro terminal de perder en unos años la totalidad de su población y acabar deshabitada.

Fuente: http://www.diarioextra.com/Noticia/detalle/259792/la-curiosa-isla-de-los-gatos

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